miércoles, 5 de agosto de 2015

Necesitamos educar en certezas.

Estudiantes de la IE. 10200 El Porvenir- Olmos planificando
actividades del área.
La modernidad ha traído consigo, a parte del avance material en todos los órdenes de la sociedad, un desolador panorama de pesimismo e incertidumbre. El hombre actual no encuentra otra forma de sobreponerse al estrés que padece indefenso ante tamaña catástrofe que va creándose como aureola en derredor suyo. Hacen de él una forma fantasmagórica, difícilmente irreconciliable consigo mismo. Difícilmente se podrá sobreponer a la asepsia de un pensamiento claro.

Siempre ha buscado liberarse del castigo de los dioses históricos (allá en la caverna) para disminuirse ante nuevos dioses tecnológicos y tecnocráticos, que hacen de él un ser acrítico y amoral. La libertad de pensamiento ganado ex-profeso y no con poco esfuerzo ante sí mismo tras revueltas y revoluciones sangrientas ha desaparecido; luego se ha liberado, han vuelto contra sí para doblegarlo inmisericorde (el tamaño del sueño que en alguna época le sirvió como consuelo, hoy se disuelve en el éter de una razón acrítica). El sueño libertario independientemente de banderas ha sido solo eso: un sueño.

A menudo las mentes jóvenes e impetuosas cogen la historia por el lado más próximo porque es el que medianamente conoce y entonces buscan liberarse del gabán olvidado por algún soñador expropiado de su viejo credo y se enrumban en dirección opuesta al credo no así a la vieja chaqueta. Pero esto también es caer en incertidumbre, porque el conocimiento superficial de las procesos hacen de este nuevo ser un hombre limitado con poca visión de lo que puede significar el independizarse para siempre de sí mismo, de su moral de gusano, de sus antojos por campear en terrenos de todos, del bien de todos.


Para salir de la incertidumbre de este siglo hace falta volverse el verdugo de nuestro propio credo de las pasiones y antojos que cargamos de siglos. Para un hombre nuevo necesitamos a todas fuerzas una moral nueva, creada lejos de las divinidades celestes inquisidoras como de las que se reproducen a imagen del ciberespacio. Es momento de volver a mirarse corpóreos, biológicos y descubrir el nuevo ser que puebla esta aldea presente. 

La incertidumbre está en todos los campos en todos los frentes, liberarse sólo depende del tipo de educación que estamos dispuestos a enseñar en nuestras aulas. Hace falta pues una forma de educar que no reproduzca las limitaciones ni los exceso, sino el justo medio que recoja todas las inquietudes de nuestros niños, niñas y adolescente. Un nuevo siglo, requiere de nuevas formas de ver la realidad, lejos de la zozobra y la dependencia a los artefactos, lejos de la sumisión de las ideologías, sino pendiente de su presente de los medios que pueden retarlo para seguir aprendiendo.

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