lunes, 5 de septiembre de 2016

Umbras delirantes


Ahora que las vísceras nos devoran los campos
no hay por qué temer a la muerte.

El unicornio y su cuerno antiguo
nos embrujó con su belleza… ¿lo advertiste.?
El mito se bebió la sesera.

Las sinagogas y las plazas gozarán su canto.
Y desde el cañón el eco acabará
con tu frágil tímpano de esperanza.
 
Hay otras sombras que nos habitan,
se multiplican con el secreto genético
de la oveja que parió un lobo aberrante.

Las guerras las jugamos en una mesa con soldaditos de plomo.
Al otro lado Hiroshima, con cien mil años, jamás tendrá niños.

¡Huye! Las sombras son siniestras danzantes,
pueden cortarte la simiente con una cítara deicida.