FUNERAL
Caronte, el barquero |
No quiero barca, corazón
barquero,
Quiero ir andando por el mar
al puerto.
RAFAEL ALBERTI.
¡Oh
mi Ser, estás allí sometiendo la jauría de sombras!,
guiando
las horas desde el faro sobre la crecida ola,
caporal
de mis sombras augurales.
Devuelves
la identidad y la patria, los campos y
la
hoja ondulante de la libertad en tu pecho, en tu molde claroscuro,
donde
mis manos te van dando vida desde la simiente.
¡Oh
mi Ser! ¡Espejo, ópalo, mineral, forma de mis formas!
Esta
condena de beberse los bofes de cara al sol tras el llanto de costillas,
me
envuelve los pies con un manto sibilino.
Y
danzan agujas a la altura de la pena, cuando caen los sueños en el polvo…
¿Dónde
está tu brillo, dónde estás tú, qué hace tu espalda lacerada en mi lecho?
En
mi barca cabe mi juego de serpientes y estas monedas herrumbradas de miseria.
¡Vuelve
a la orilla! Vuelve y corta la voz para mirarme solamente
como
una sombra sola, como el espectro que mira su reflejo y descubre su designio de
cucaracha.
Las
olas vuelven casi siempre galopantes a morir en la orilla, sin peces, sin
corales,
sin
fuerzas de luchar contra marea, contra vientos, contra la oscuridad perpetua.
Las
olas vuelven idénticas y amorfas, caen de bruces a los pies de los amantes…
Y
van lavando las cruces, van mojando sus cruces, van sus cruces amando.
¿Cómo
pretendes ocultarte entre los vientres inflados de nada?
¿Cómo
entre tus manos inmundas profanas mi templo ausente?
Llegas
al hueso de la idea royendo un famélico deseo,
como
si de tanto velar el santo de las formas,
ellas
volvieran listas para devorarnos.
Y
de pronto soy el cadáver que yace anidando lechuzas
en
las cuencas vacías, tendido entre el mar y la arena,
y
vivo escondiéndome en el sueño efímero de las olas
y
su vaivén de música infinita…
¡Oh
mi Ser! Devuélveme el canto de la vida…